El Templo de Sri Jaganath Puri

Todas las Glorias a Śrī Guru & Śrī Gaurāṅga
Presentamos en honor al mes del Festival de Sri Ratha Yatra un ensayo de Su Divina Gracia Om Visnupad Paramahamsa Srila Sachchidananda Bhaktivinod Thakur publicado por primera vez el 15 de Septiembre de 1871

Publicado en: www.scsmath.com


El Templo de Jagannath en Puri

No existe Hindú alguno que no haya escuchado el nombre de este templo. El viejo y el joven, el hombre y la mujer, el Rajah (Rey) y el campesino, y el débil y el fuerte, todos visitan este templo más allá de una curiosidad religiosa. Trescientas una millas al sudoeste del palacio Virreinal en Calcutta, se levanta este famoso templo cerca de la costa, convirtiéndose en el objeto de observación telescópica para los recién llegados a Bengal a bordo de los barcos. Este se erige en una plataforma a 20 codos de altura desde el nivel del mar (Medida de longitud Hindu equivalente a 0,447 m). La plataforma en sí mide 375 por 400 codos hechos de enorme piedra cementada con un mortero compuesto de cal y arena. El templo es de 92 codos de altura de una estructura puramente India. El peregrino ve su imponente cabeza a la distancia de 7 millas, donde un astuto Panda le pide una rupia mostrándole el sagrado Chakra

Este templo fue erigido por Raja Ananga Bhimdeb hace 800 años en el lugar de otro que estaba en deterioro. En viejos reportes encontramos a este templo nombrado como Niladri o la cima azul. Desde este, parece que el templo antiguo, el cual fue probablemente levantado por el emigrante Indrayumna Rajah, era azul o de un color oscuro. De otra forma, no podríamos dar cuenta del nombre Nilachala, a menos que demos por sentado que antes el nombre fuera las Colinas Nilgiri, un pequeño rango que atraviesa esta provincia de un extremo a otro. El Utkalakhanda en los Puranas, el Niladri Mahodadhi, y el Matla Panjee (una consideración mantenida regularmente por los oficiales del templo) declara que Jagannath es una institución muy antigua entre los hindúes. Sea cual sea el valor de las autoridades citadas, estamos inclinados en creer que Puri era considerado como sagrado incluso en el tiempo en que fueron escritos los Puranas, porque encontramos en una copia del Vishnu Purana de Wilson, que un Kandu Rishi acudió a un lugar llamado Purushottama con el propósito de la contemplación divina. En todos los eventos, Indrayumna Rajah, a quien generalmente se le atribuye todo el asunto, vivió un largo tiempo después de Rajah Vikramaditya, contemporáneo de Cesar Augusto de Roma. Estamos seguros, de que Puri no es tan viejo como Benarés y Gaya, de las cuales se hacen repetidas menciones en todos los Puranas y el Mahabharata, aunque tampoco es un lugar de origen reciente, creado después del comienzo de la era cristiana.

No podemos creer que la institución tenga su origen en la pura estupidez del sentimiento religioso; no podemos sino observar una gran sabiduría en el hombre en quien se originó por primera vez la idea de Jagannath. No profesamos el pertenecer a ninguna de las sectas religiosas bajo el sol, porque creemos en la Fe absoluta basada sobre el instintivo amor de Dios, natural en todas las almas humanas. Existen dos grandes sectas religiosas alrededor del mundo que pelean entre ellas sin obtener beneficio alguno. Una de estas sostiene que es absolutamente necesario creer que Dios existe sin ninguna forma, y que los creyentes en las formas son idólatras. La otra clase mantiene que Dios, manifestando su bondad, ha mostrado su forma a los piadosos para ser adorado por ellos. Las dos están equivocadas, porque pelean desde un punto puramente material. La visión menos sectaria en este punto es que Dios no es ni una forma ni un objeto sin forma, sino que es puramente espiritual. La materia solamente puede abrazar la idea de la forma; como consecuencia todas las afirmaciones positivas y negativas al respecto, naturalmente deben ser materiales. Aquellos que adoran la forma y aquellos que describen a Dios como sin forma, son ambos idólatras y supersticiosos, y consecuentemente no podrán concebir nunca una idea de la Deidad espiritual. Es de esperar que los sectarios de tal clase se odien entre ellos, pero aquellos, que no tienen nada en común con estos, no tienen razón para el odio. Por lo tanto, nosotros no podemos tal como los fanáticos de la clase sin forma, considerar todos los ídolos como no sagrados, y celebrar la adoración de una Deidad sin forma (identificándola con algo como espacio y eternidad) como la adoración natural de Dios. Vamos tan lejos, como para sostener que el adorador del Dios espiritual en un ídolo es infinitamente superior al mero creyente en una existencia sin forma, quien considera que la ausencia de forma es uno de los atributos del Espíritu.

El Espíritu no es exactamente lo opuesto a la materia, aunque ciertamente es algo distinto de ésta. Es realmente difícil decidir cuál es la relación exacta del Espíritu con la materia, el espacio y el tiempo, y esto no nos es dado a conocer. De hecho, sería el colmo del error concebir que todas las cualidades opuestas de la materia, el espacio y el tiempo están en el Espíritu. Por lo tanto, debemos mirar otros atributos del Espíritu. El amor y la sabiduría son ciertamente atributos espirituales que no son opuestos a la materia. El hombre debe ser sabio y amar a Dios, esta es la religión del alma. Todos los debates acerca de la esencia de Dios (por ejemplo, si Dios tiene forma o no) son sectarios. Ahora permitimos que los hombres amen a Dios sabiamente, es decir, espiritualmente, mientras sus ojos están sobre un ídolo así como mientras están contemplando una cosa infinita como el espacio.

Cuando el alma adora, la mente también encuentra una ocupación. La mente no puede concebir nada que no sea material, así que es extremadamente difícil para el hombre en su estado actual, separarse de la idolatría. Lo que el hombre está obligado a hacer es su suerte y, por lo tanto, debemos dejar el significado de la idolatría a algún otro proceso.

Concluimos entonces que aquel que adora al ídolo como Dios (ya sea que el ídolo tenga o no forma) es idolatra, pero aquel que adora el espíritu en sabio amor (aunque pueda estar cerca de un ídolo de forma o sin forma) es un adorador del Espíritu. Pero vamos más allá, hasta el tolerar todas clases de adoradores si son sinceros. Dios acepta la adoración de todos aquellos que adoran su ideal más alto, ya sea en una forma, sin forma o el Espíritu, y es bajo algún proceso regular que la idea de Dios se hace más y más pura en cada alma, y no por adaptaciones o arranques.

Ese hombre que no tiene corazón por su hermano y en consecuencia tampoco por Dios, que se burla del ideal más elevado de otro a sus espaldas, es un idólatra. Una guerra contra los adoradores de ídolos ya sea en palabras o en acción, no es una cruzada sino un ataque de fanatismo temerario, sin amor y ambicioso de un carácter muy poco filantrópico. Por lo tanto, con todos nuestros debidos intentos en la reforma espiritual de nuestros hermanos errantes, toleraremos todas las clases de idolatría de los adoradores, desde los adoradores sin forma a la de los adoradores del hombre o la materia como Dios. Nos oponemos a los ateos que viven y disfrutan para sí mismos. Aquellos que están ansiosos por las bendiciones de Dios son nuestros hermanos en la Fe, sin importar cualquier error que haya en sus ideas y formas de adoración. El amor de Dios, no obstante, por mal dirigido que esté, se eleva más y más en la escala del progreso espiritual, obligada por su propia fuerza natural. Aquellos que no aman a Dios, toman un rumbo opuesto al nuestro y son objetos de lástima para todas las clases de teístas. Dios, sálvalos.

Fuimos llevados a estas observaciones por un deseo de mostrar que somos examinadores francos de la institución de Jagannath, sin ese odio a los idólatras (que no están preparados para entender la filosofía de Purushottam Tattva) que es perceptible en los reformadores apresurados y miopes de nuestro país. El sistema de Jagannath es visto en dos vías diferentes. Los supersticiosos y los ignorantes lo toman como un sistema de idolatría al adorar los ídolos en el templo como Dios Todopoderoso apareciendo en forma de madera tallada para la salvación de los Urias. Pero los Vaishnavas Saragrahi encuentran los ídolos como emblemas de alguna verdad eterna que ha sido explicada en los Vedanta Sutras de Vyasa.

El gran templo de Jagannath se alza en medio de la variedad de los templos en los que se encuentran los ídolos de Bimala, Shiva, Ganesha y Surya. Aquellos que han examinado el sistema de la Teología Hindú con un ojo filosófico, son conscientes de que hay cinco diferentes formas de fe comprendidas en esta misma. La primera forma de fe es el Shaktismo o la adoración de la naturaleza como Dios. La segunda es la adoración de Surya o el sol que es identificado con el fuego, único elemento activo en la materia sin vida. La tercera enseña a adorar al Espíritu en su forma más insatisfactoria de desarrollo: los animales inferiores. En esta forma, el hombre-elefante o Ganesha es el objeto de adoración. El hombre es el objeto de adoración en el cuarto estado del Hinduismo. El alma, bien desarrollada como está en el hombre, es adorada en Shiva en quien se dice que las almas humanas deben meditar en busca de la salvación. Sólo en el quinto estado, el Dios Infinito distinto del alma humana, es percibido y adorado. Aquí comienza el Vaishnavismo. En estas cinco etapas se muestra toda la historia de la Teología Hindú, incluso, toda la historia de la Teología en general. Toda clase de credos que han surgido desde la creación del hombre, están incluidos en estos cinco estados. Nombra cualquier sistema de fe que el hombre haya descubierto y no encontraremos dificultad en clasificarlo con cualquiera de las cinco: Materialismo, Elementalismo, Fetichismo, Adoración al hombre y Adoración a Dios.

Esto resume todos los sistemas de fe filosóficamente y no instruye a las personas a creer en cualquiera de ellos excepto en el último. El visitante del templo de Jagannath encontrará una muestra similar de estos sistemas en sus lugares apropiados. En consecuencia, encontramos el templo de Jagannath en medio de la diversidad, y nuestros comentarios ahora se relacionarán con Jagannath exclusivamente.

Hemos entrado en múltiples ocasiones al santuario de Jagannath, y, acercándonos a los tornillos de las sandalias hemos observado en la sala del medio, un asiento elevado en el que destacan cuatro formas diferentes, a saber: Jagannath, Balaram, Subhadra y Sudarsana. De acuerdo con el Vedanta, Dios es uno sin segundo, pero Él tiene infinitas energías y atributos que no son completamente conocidos por el hombre. Entonces, éste sólo percibe tres energías en Dios, porque no tiene otros aspectos correspondientes para entender los demás poderes. De una de las energías procede la materia en sus distintas formas y propiedades; esta energía es llamada Maya Shakti de Dios. De la segunda energía procede toda la creación espiritual, en todas sus relaciones y fases; este poder está denominado la Jiva Shakti de Dios. La tercera energía perceptible por el hombre es la energía de la Voluntad, la cual es llamada Chit Shakti. Dios moviéndose en la creación es lo que se entiende por esta infinita energía. Jagannath es el emblema de Dios, teniendo nada más que la forma de los ojos y las manos. Quiere decir que Dios ve, sabe y crea. Balarama es la fuente de la Jiva Shakti de Dios; Subhadra, la Maya Shakti, y Sudarsana es la energía de la Voluntad. No podemos formarnos ninguna idea de Dios separado de las ideas de estas energías, y, por lo tanto, la adoración de Jagannath depende de la reunión de estas cuatro formas en la misma plataforma. Aquí vemos a Dios analizado en el aspecto de formas para el bien de aquellos que quieren concebirlo.  Es lo mismo ver a Jagannath que estudiar el Vedanta en todas sus ramas. El templo y su institución me parecen como un libro para aquellos que pueden leerlo, para los necios la institución es ciertamente inútil excepto como medio para recordarles a la Deidad que creó el mundo.

Hay una cosa más en el templo que explica la superioridad filosófica de Jagannath sobre todas las demás instituciones hindúes. Nos referimos al sistema de Mahaprasad. Arroz ofrecido a Jagannath es vendido en el Bazaar a todos los peregrinos. Los Brahmanas y Khettris, los Vaisnavas y Shaktas, los Sannyasis y los Grihastas todos lo aceptan sin vacilación alguna. La aristocracia brahmínica no tiene reglas en el templo. Esto demuestra que cuando la gente se hace sabia no necesita obedecer los tontos dictados de los Brahmanas, que están destinados principalmente a aquellos que no pueden trazar caminos por sí mismos. Cuando el hombre admite la superioridad del Amor por Dios sobre todos los sistemas de reglas y ética, no está obligado a trabajar más de acuerdo con los Shastras, dirigidos a la orden más baja de hombres. Las obligaciones comunes de los Dharma Shastras inferiores de Manu y Jagnyabalkya, no tienen influencia en los Vaisnavas libres, quienes son los mismísimos soldados de Dios en la cruzada contra el mal. El sistema de Mahaprasada no es emblemático solamente de la vida superior de los Vaisnavas, sino que es una parte de la adoración que los teístas ordinarios no pueden entender completamente. El hombre ordinario está muy inclinado a preservar la superioridad de la razón sobre los sentimientos intuitivos del hombre hacia el Dios de Amor. Debemos ahora proceder a demostrar con argumentos saludables que, nuestros sentimientos intuitivos desean que ofrezcamos todo lo que comemos al Dios de nuestro corazón.

Primero debemos examinar los argumentos de los antagonistas. El racionalista sostiene que Dios es infinito y sin deseos, y en consecuencia es una tontería ofrecer comestibles a tal Ser. Es sacrílego ofrecer cosas creadas al creador y así degradar la divinidad de Dios en la humanidad. Estos, de hecho, son argumentos razonables, y aquel que los haya escuchado probablemente estará inclinado a declarar a otros: “Abajo el Mahaprasada”. Estas conclusiones, aunque muy razonables, son áridas y destructivas. Tienden a separarnos de todas las conexiones con Dios en la forma de adoración. Cuando se dice que el Infinito no desea nada, se prohíbe toda contemplación y oración. El Infinito no desea tu expresión de agradecimiento o, en otras palabras, adulación. Proferir una palabra al Incondicionado y seguro que lo degradarás a un Ser condicionado. Himnos, oraciones y sermones están todos acabados. Cierra la puerta del templo y de la iglesia, porque nuestro racionalista te ha aconsejado que lo hagas. Cree en un principio creador y habrás cumplido tu deber. Oh, que lástima. Que terrible caída. Teístas, tengan cuidado con estos principios degradantes. 

Ahora los racionalistas aparecen en otra forma y admiten oraciones, sermones, salmos y asistencias a la iglesia, diciendo que estas cosas se requieren para el progreso del alma, pero Dios no las necesita en absoluto. Nos alegra que el racionalista haya dirigido hacia nosotros y que vaya a hacer aproximaciones más profundas en el transcurso del tiempo. Sí, los racionalistas progresivos han admitido un principio muy amplio en teología, es decir, cualquier cosa que hagamos hacia Dios es para nuestro propio beneficio y no para el beneficio de Dios, quien no está en la búsqueda de tales cosas. Pero el racionalista es un racionalista todavía, y seguirá siéndolo mientras busque el interés propio.

Sabemos con certeza que la Religión promete dar felicidad eterna al hombre y es imposible concebir alguna religión que no tenga en el fondo interés propio. Esta visión, sin embargo, huele a Utilitarismo y nunca puede pretender ser Teísta. Debemos amar a Dios por el amor de Dios, por más irracional que pueda ser nuestro actuar. Nuestro amor no debe tener ningún objetivo que concierna a nosotros mismos. Este amor debe ser una emoción natural hacia la Deidad como nuestro amante sin inferencia o experiencia. La salvación, por más querida que sea, no debe ser el objetivo de este amor; ¿qué pasa entonces con otras formas de felicidad? El “Amor por Dios” es su propia recompensa. La salvación como consecuencia concomitante, debe ser una sirvienta del amor, pero no debemos mirarla como objetivo principal.

Si el racionalista está preparado para creer en esto se convierte en un Teísta de la clase Vaisnava; pero la simple asunción del nombre no genera consecuencias. Aunque estamos plenamente conscientes de que lo incondicionado no tiene condiciones, aun así nuestro sagrado y dulce principio de Amor tiene una visión muy diferente del asunto. La razón dice una cosa, pero el amor prescribe lo contrario. La razón me dice que Dios no tiene penas, pero el Amor ve a Dios en lágrimas por Sus hijos que son engañados hacia el mal. La razón me dice que las estrictas leyes de Dios me recompensan y castigan de fría manera, pero el Amor revela que Dios afloja Sus leyes hacía el alma arrepentida y amorosa. La razón me dice que aún con todos sus avances el hombre nunca tocará al Dios absoluto; pero el Amor predica que, en la conversión del alma a un estado de feminidad espiritual, Dios, incondicionado como es, acepta un matrimonio eterno con el alma condicionada del hombre. La razón me dice que Dios está en el espacio y tiempo infinito, pero el Amor describe que todo el todo hermoso Dios está sentado ante nosotros como un respetado pariente disfrutando todos los placeres de la sociedad. Como un padre divirtiéndose con sus hijos pequeños, Dios está esparciendo toda clase de comida deliciosa por toda la tierra, esperando que Sus hijos se reúnan con Él para su propio beneficio; pero los amados hijos, por su amor santo y puro, reúnen todas las bendiciones diseminadas, y sin el ejercicio de la razón, como consecuencia de un fuerte sentimiento de amor, ofrecen todas las bendiciones al padre a quien aman más que a sus vidas mismas. El padre de nuevo en respuesta a sus amables sentimientos regresa las bendiciones a los niños y les dice estas palabras aún más amables: “Oh, mis niños, estas son bendiciones destinadas para ustedes. En su amor natural, las han traído para mi disfrute; aunque naturalmente no tengo deseos que satisfacer. Pero entonces he aceptado esa parte de su ofrenda que me corresponde, su amor sin mezcla y afecto desinteresado por los cuales estoy extremadamente ansioso. Tomen de nuevo estas dulces cosas y disfrútenlas”. Este proceso de amor desinteresado, que nunca puede ser quebrado por razones áridas, santifica la comida que tomamos, y nos deja un inofensivo disfrute para todos los días de nuestra vida natural. Este es un sistema de sincera adoración sobre el cual sólo los teístas de una clase superior pueden actuar. ¡No podemos expresar el gozo que solemos sentir cuando tomamos el sagrado Mahaprasada en el templo! La santidad que le atribuimos es su dulzura, y a menudo oramos para que todos los hombres puedan disfrutarlo.

Para el Saragrahi Vaishnava, el templo tiene encantos tan emocionantes que el Racionalista ordinario nunca puede entender. No queremos decir con esto que la razón es un principio necio. Por el contrario, no encontramos mejores admiradores de la Razón que nuestro humilde ser. Sostenemos que la superioridad del hombre sobre todos los seres creados consiste en su posesión del noble regalo de la Razón. Lo que mantenemos es esto, que independientemente de este noble principio, hay otro regalo más alto en el hombre, que se conoce con el nombre de Amor. La Razón ayuda al Amor a mantener sus propios límites en el mundo espiritual. El Amor tiende a degradarse a sí mismo a menudo ejerciendo sus funciones en objetos diferentes de Dios, y se convierte en lujuria por las mujeres, el vino, la carne y el oro. Aquí, la Razón le aconseja elevarse más, hasta que alcance su esfera superior. Por lo tanto, encontramos que el objeto de la razón es ayudar al Amor más no crearlo. La Razón puede ser perfectamente acomodada como sirviente del Amor y siempre debe estar sujeto a él en todas sus esperanzas, aspiraciones y obra sagrada.

Los Racionalistas, por el contrario, consideran la Razón como el todo. Esta es una degradación de la humanidad. ¨Por otra parte, el Racionalista progresista, cree en el principio del Amor, pero intenta convertirlo en un criado de la Razón. Este es otro error. En ocasiones, él convierte al Amor espiritual, en un prisionero de las Cárceles de la Razón. El Amor quiere remontarse en sus alas espirituales a un reino donde el Carcelero (la Razón) no puede ir, y este último se asegura de atar bien sus alas por temor a que vaya a un lugar indigno. El Amor emite sonidos de un carácter espiritual propio de sí mismo, pero la Razón, sin tener previa experiencia de esto, lo confunde con una enfermedad y administra medicamentos para su cura. Así es como la fuerza natural del Rey de nuestra Alma, está paralizada por suministros artificiales del árido principio de la Razón, y descansa en nosotros como un pájaro  atrapado en una jaula. Oh. Qué estragos comete la Razón por el abuso de su poder. Oh. Vergüenza de los Racionalistas. Dios, ayuda a los hombres.

Los Teístas se cuidan de aquellos que se mezclan contigo sólo asumiendo el nombre del ser Teísta, pero de hecho son Racionalistas con un carácter muy árido. Ellos son divisibles en dos clases a saber: los fabricados y los tontos. El Teísta fabricado es aquel que es de hecho un Racionalista, pero asumiendo el nombre de un Teísta quiere degradar lo sincero por su mala influencia. El que se llama a sí mismo un Teísta para deshacerse del nombre de Racionalista, pero aún mantiene el Amor sujeto por la Razón, es un tonto porque es incapaz de descubrir su propia posición. Sin embargo, el Teísta sincero debe tener cuidado de ambos, y preservar la soberanía del Amor sobre la Razón y sus camaradas.

Ahora demostraremos como otros por otro lado, quienes han dejado que su Amor se degrade sin preocuparse por las instrucciones apropiadas de la Razón, se han hundido en la idolatría burda y la superstición. El Templo de Jagannath está bajo la supervisión del Rajah local de Puri a quien los hombres necios adoran como una encarnación de la Deidad. Bajo su supervisión hay 36 clases de sirvientes en el templo, llamados Chhatrisha Niyoga. Hay seiscientas familias de Suars (Soopakars) o cocineros en el templo. No es necesario enumerar todas estas clases de servidores. Una gran cantidad de Pandas, Pariharis, Pashupals y Suars, envían a sus servidores a diferentes lugares de India para recoger peregrinos para el templo. Estos agentes o Gomasthas (como son llamados) visitan a los señores de los lugares a los que van y ofrecen Mahaprasadad dulce, proponiendo que están listos para llevar peregrinos a Puri bajo su cuidado. A través de esto los agentes recogen una gran cantidad de almas (dentro de las cuales el mayor número de ellas son damas de edad avanzada) y marchan hacia Puri con el sonido de Haribol. Debemos admitir que los Pandas y sus Gomasthas (de la clase Kayestha, generalmente) asumen muchos problemas por el bien de sus peregrinos, y en ocasiones piden prestado dinero para sus gastos en el camino. Los Jattris de Bengal generalmente visitan Puri en los festivales de Snana Jattra y Ratha Jattra, pero los hombres del interior de la región vienen a Puri durante todo el año. Cuando los peregrinos llegan a Puri, el Panda, cuyo agente los trajo, los visita con algo de Mahaprasada en el Estanque Narendra cercano a la ciudad.  Los peregrinos ven a Jagannath el mismo día que llegan y participan de la ceremonia del Pancha Tirtha, al día siguiente o el día después de eso. Pancha Tirtha significa el negocio de bañarse en los estanques de Markandeya e Indradyoomna y en el mar, después de participar del Sradha en estos tres lugares viendo los emblemas de Jagannath y Balarama en el templo. El Panda se mantiene en silencio todo el tiempo, pero el último día se asegura de tomar todo lo que tienen los peregrinos y en ocasiones, de obtener una bonificación de cierta cantidad, acorde con las circunstancias del peregrino. Ese día el Panda, con su solemnidad habitual, lleva al peregrino a un techo elevado en la parte norte del templo llamada Koili Vaikoontha, y allí pronuncia su Mahabakya y su Shufala para persuadir al peregrino a que pague lo que sea que él o ella traiga consigo ¡Así el peregrino regresa a su lugar de origen sin nada, pero con una patara de Mahaprasada y algunos sorbos de la imagen de Jagannath en pinturas ordinarias!

De hecho, los sirvientes del templo, todos y cada uno, no son por mucho mejores que los sacerdotes Brahmínicos que tratan con el mundo como un medio de ganancia. Son en extremo ordinarios y bastante ignorantes en Teología Hindú. Nunca intentan enseñar o aprender, pero a menudo vagan en busca de dinero. La mayoría de ellos son aficionados a beber un licor preparado con Bhang, y por lo tanto tienen (casi todos ellos) una hinchazón en sus piernas llegando a una etapa de la enfermedad llamada elefantiasis. Con todas sus ganancias, los sirvientes del templo nunca pueden acumular riqueza, porque son muy descuidados ¡Junto al templo conservan un lugar llamado Akhra donde se reúnen con el propósito de beber Bhang y de ver la danza de muchachos jóvenes vestidos de mujer! Trataremos de dar cuenta de todos los Akhras que hay en Puri en mi siguiente documento, y como este documento se ha vuelto mucho más largo de lo que esperábamos al principio, nos despedimos por el momento.


Traducción: Dina Dayal Dās, Lalita Sundari Devi Dasi

Revisión: Āchāryaratna Dās

Rogamos por favor excusar cualquier error que se pueda presentar, en este humilde intento de satisfacer a los Vaishnavas & Śrī Guru. En caso de tener alguna observación por favor dirigirla al mail:

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El Templo de Sri Jaganath Puri

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